Las megalópolis como México se han
formado por la fusión de varias ciudades y pueblos. En el caso de la Ciudad de México su origen está en el llamado Centro
Histórico, zona que ocupa la traza primigenia de la ciudad: delineada como un mapa cósmico de cuatro direcciones por los aztecas,
retomada como un tablero de ajedrez por los españoles y reedificada como una metrópoli conventual y aristocrática.
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