La ciudad de Taxco es uno de los sitos más pintorescos del México colonial. Al visitarla por
primera vez sorprende su singular fisonomía, ya que se encuentra enclavada en las faldas del cerro del Atachi, atravesada
por una serie de cañadas y rodeada de grandes montañas. La majestuosa belleza de Santa Prisca, orgullo de los taxqueños y
uno de los templos más relevantes de América, contrasta con la sencillez de sus casas de blancos muros y rojos techos. Su
nombre lo tomó del pueblo prehispánico Tlachco, "lugar del juego de pelota".
La explotación de sus ricas
vetas lo convirtieron en uno de los centros mineros más importantes de la Nueva España.
La ciudad de Taxco de Alarcón ha conservado su
aspecto colonial. Destacan sus antiguas construcciones y la peculiar traza urbana con sus retorcidas calles empedradas y sin
banquetas. El visitante puede apreciar hermosos y pintorescos rincones, junto con las numerosas terrazas y las macetas de
flores multicolores. En 1990 fue declarada monumento histórico nacional.